Las dudas de Europa estrechan el margen de Sánchez para bajar los precios de la energía
La Comisión Europea, Alemania y otros socios europeos desconfían de la 'excepción ibérica' y advierten de los riesgos de intervenir un mercado tan complejo e interconectado como el energético
A medida que se han ido apagando los ecos por el arrebato de Pedro Sánchez, que le llevó a amagar con dejar la decisiva reunión del Consejo Europeo sobre la energía, y por la llamada «excepción ibérica», que logró arrancar a los socios europeos, han ... aflorado las críticas y advertencias a España sobre el riesgo de intervenir en un mercado tan complejo como el energético.
Empezando por Alemania y Holanda han sido varios los socios europeos que han reconocido su desconfianza respecto a que España y Portugal intervengan por separado en el mercado, aunque sea amparados en su escasa interconexión con el resto de la UE. Como dijo el primer ministro holandés, Mark Rutte : «el mercado de la energía es complejo porque incluye miles de contratos y cientos de actores con diferencias enormes entre las regiones».
La aparente desgana con la que la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen , presentó las condiciones arrancadas por España habla a las claras del escaso entusiasmo con el que Europa ha asumido esta aparente ruptura del principio de mercado único, que, a diferencia de lo que explicó Pedro Sánchez tras al Consejo, ni siquiera aparece expresamente mencionada en la declaración final.
El Gobierno ha presumido en los últimos días de la inclusión dentro del abanico de posibles medidas a aplicar para rebajar los precios de la energía que está estudiando la Comisión Europea del límite al precio del gas en los mercados mayoristas , su gran caballo de batalla en las negociaciones con Europa. Menos ha hablado de las advertencias explícitas de Bruselas sobre que imponer un precio de referencia para el gas tiene « costes fiscales, distorsiona la competencia y enturbia al mercado» por no hablar de que «puede amenazar la seguridad en el suministro».
La advertencia es también un mensaje a España y Portugal de que esa 'excepción ibérica' no podrá ni disparar los costes fiscales, ni distorsionar la competencia, ni enturbiar el adecuado funcionamiento del mercado interior. La Comisión Europea se ha reservado la baza de evaluar y aprobar las medidas que España y Portugal planteen para reducir el precio del gas para la generación de energía eléctrica en sus propios y esa suerte de derecho de veto, unido a la desconfianza de socios tan poderosos como Alemania, alimenta las dudas sobre el margen real del que dispondrá el Gobierno para bajar el precio del gas .
El intervencionismo de Sánchez
Tanto el canciller alemán, Olaf Scholz , como otros países del norte de Europa, creen que el sistema energético europeo ya garantiza la transparencia e incentiva la inversión en energías limpias, y que una intervención como la que pide España serviría para sufragar con fondos públicos la generación de energía con combustibles fósiles.
La prensa alemana señaló ayer la posición del presidente español como el principal punto negro de la cumbre. El diario económico Handeslbaltt instaba a la Comisión a seguir «cuidadosamente» la excepción ibérica en una crónica titulada «Delicada intervención en el libre mercado».
La actitud de Sánchez causó desconcierto y disgusto en otros jefes de gobierno. El semanario progresista Der Spiegel citaba la agria valoración del canciller Scholz sobre la posición de España: «Hay algunos que tienen ideas muy decisivas en lo que respecta a las intervenciones del mercado».
La visión general de la prensa alemana sobre la propuesta española es abiertamente crítica. Se achaca a Madrid que ignore que «los países miembros están estrechamente entrelazados a través del mercado interior de la UE», que incluye el mercado de la energía, y que fuerce una solución nacional para un problema europeo. Lo cierto es que esta es la primera vez en la que un Gobierno español intenta obtener una ventaja del hecho de que el mercado energético en la Península esté tan poco conectado con el del resto de nuestros socios, en lugar de reclamar que se resuelva el problema.
«Sánchez no ayudó mucho con su espectáculo», señaló Der Spìegel en referencia a la espantada del presidente, porque « no pudo limitar los precios ni imponer otras importantes intervenciones en el mercado».
Bruselas, no obstante, no sería Bruselas si Sánchez no hubiera recibido algo que pudiera vender en casa como un éxito, y de ahí sale la 'excepción ibérica', que tiene su reverso: Sánchez tuvo que admitir ante sus socios su necesidad de adoptar medidas urgentes por la presión social en España.
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